Una de las premisas del modelo educativo de la Universidad Autónoma de Chile es enseñar a enseñar. Nuestros programas de formación y actualización dirigidos a docentes están especialmente diseñados para que adquieran conocimientos y metodologías avanzadas y aprendan a aplicarlas en el aula en conjunto con sus estudiantes.

El perfeccionamiento menor se traduce en un modelo de rutas formativas que entregan modelos y estrategias pedagógicas y recursos didácticos, para que los profesores sean facilitadores del conocimiento y no sólo transmisores de información.

Un proceso colaborativo

“La ruta formativa es una guía estructurada que nos ha permitido adquirir y desarrollar habilidades, conocimientos y competencias necesarias para ejercer la tarea de formar profesionales de manera efectiva”, asegura Carola Román, doctora en Ciencias de la Educación y docente e investigadora de la Facultad de Educación en Santiago.

El aprendizaje mutuo es clave para la experiencia académica de formación profesional, porque reconoce que docentes y estudiantes tienen mucho que aprender unos de otros.

“Promueve la colaboración y el intercambio de ideas y experiencias, valora la diversidad de opiniones y enfoques, fomenta un sentido de comunidad y de responsabilidad compartida hacia el proceso de aprendizaje”.

Aprender para aplicar

El haber participado de la ruta formativa ha sido para Carola “una enriquecedora y transformadora. He tenido la oportunidad de desarrollar habilidades de resolución de problemas para luego desafiar a mis estudiantes para que también los resuelvan, aprender de mi propia experiencia, actualizar mis recursos profesionales y explorar nuevas áreas de interés académico,”.

Al adoptar nuevas tecnologías, metodologías y perspectivas de enseñanza, los docentes pueden adaptarse a los desafíos emergentes, mejorar continuamente sus prácticas educativas, y fomentar la creatividad y el pensamiento crítico.

Añade que “en un mundo que transita por constantes cambios es fundamental que quienes enseñan, en cualquier nivel del sistema educativo, sean personas abiertas a nuevas ideas, tecnologías y enfoques pedagógicos y académicos”.

Otro aspecto clave es, a su juicio, cultivar un entorno educativo inclusivo, que valore la diversidad, promueva la equidad y fomente el respeto mutuo. Esto no sólo contribuye a un aprendizaje más efectivo, sino que también prepara a los estudiantes para ser ciudadanos y profesionales comprometidos y agentes de cambio.

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