Victimización y temor delictual son dos términos que van de la mano, pero cuyas raíces se alejan de un tronco común. El primero se entiende sobre la base de una dimensión objetiva donde determinadas personas -o alguien cercano al núcleo familiar- ha sido víctima de un delito, mientras que el segundo dice relación con un aspecto subjetivo, que nace desde el temor de la persona al verse enfrentada a un acto delictual.
Como vemos victimización y temor delictual no siempre son directamente proporcionales, sin embargo, éste último ha tenido un incremento importante desde el año 2010 hasta hoy. Así lo refleja el reciente estudio realizado por la Fundación Paz Ciudadana, la que aplicó el indicador en los delitos conocidos como “de mayor connotación social” en 21 ciudades de nuestro país.
Para el asombro de los maulinos, Talca lidera el ranking de los robos con sorpresa, además de obtener el segundo puesto en el ítem robo en lugar habitado, aumentando de esta forma la inseguridad de la ciudadanía.
En efecto, ya en enero de 2014 la misma institución, en conjunto con Adimark Gfk, dio a conocer los altos niveles de victimización del país, además de medir el nivel de temor, el porcentaje de los delitos denunciados y las evaluaciones que realiza la ciudadanía a autoridades e instituciones del sistema de seguridad, persecución penal y de justicia.
Este estudio reveló que Talca se encontraba dentro de las primeras ciudades que mostraban un aumento o variaciones interanuales estadísticamente significativas en el porcentaje de victimización por robo e intento de robo, con o sin violencia física, dentro o fuera del hogar.
Sin embargo, de acuerdo a las cifras de casos policiales que maneja la Subsecretaría de Prevención -en los delitos de mayor connotación social- Talca estaría dentro de la “normalidad” o lo esperado con 0,25, ubicándose en el quinto lugar entre 21 comunas, al igual que el robo de accesorio de vehículos (0,16), mientras que aparece novena en robo de vehículos con un 0,30 puntos.
Este panorama, sumado a los casos delictuales suscitados durante este último mes, ha llevado a la sociedad maulina a manifestar su temor y descontento con las autoridades y policías, repitiéndose el cacerolazo realizado hace un par de semanas en Santiago. De hecho, la percepción de un aumento en el nivel de delincuencia en las comunas del país llegó al 55, 1% afectando la calidad de vida de los chilenos, modificando incluso sus rutinas.
Cacerolazos y estrés colectivo
Pese a lo anteriormente expuesto, los expertos coinciden en que Chile no registra altos niveles de violencia o delincuencia –comparativamente con el resto de Latinoamérica- sino que son las percepciones de inseguridad y temor las que prevalecen.
Para el magíster Claudio Vásquez, sociólogo e investigador del CEGES (Centro de Estudios de Gestión Social del Maule) perteneciente a la Universidad Autónoma de Chile, en nuestro país el temor delictual suele ser más elevado que la victimización. “Este hecho es consecuencia de un ambiente de inseguridad reproducido constantemente a través de los noticieros televisivos, generando respuestas inmediatas en la ciudadanía, como lo hemos visto en el último tiempo en Talca. En este sentido, creo que la única contribución efectiva frente al aumento del temor delictual es la prevención del delito, a través de actividades organizadas por la comunidad, reforzadas con medidas de seguridad apoyadas por Carabineros”, explicó.
Asimismo, el académico aseguró que prácticas asociativas organizadas, tales como los “cacerolazos”, vienen a cumplir con el objetivo mediático de hacer presente en la opinión pública el descontento social. “Estas actividades se realizan con el propósito que las autoridades políticas asuman medidas contundentes, y no sólo paliativas, ante esta situación. Con ello, se espera que aumente la presencia policial en los sectores más vulnerables frente a la delincuencia, como también las rondas realizadas por los sistemas de seguridad municipal, puesto que su presencia disminuye el temor delictual, aumentando la percepción de seguridad”, puntualizó Vásquez.
Desde la misma vereda el escritor y magíster Luis Herrera -Director (i) de la Carrera de Pedagogía en la Lengua Castellana y Comunicaciones, y constante gestor y activista de iniciativas culturales comunitarias- destaca la necesidad de analizar en profundidad los índices de delincuencia sin caer en el estrés colectivo producido por los rankings o la instalación mediática. “Existen un sin número de slogans y clichés que no aportan mucho a la reflexión y toma de decisiones concretas y relevantes. Si bien los hechos delictivos del último tiempo son repudiables, también es cierto que junto a urbes mundiales realmente peligrosas nuestras ciudades regionales son relativamente tranquilas. No creo que Talca, por nombrar una localidad, sea una ciudad en la que no se pueda caminar de noche o que los secuestros sean pan de cada día. Por tanto, si bien la situación amerita preocupación y acciones, creo que estamos muy lejos de tener que vivir en fortalezas o caminar con guardias por las calles, como se ha querido instalar desde ciertos sectores», comentó.
Herrera rescata, además, un aspecto positivo de esta crítica situación, subrayando que “la gente siente la necesidad de interactuar y confiar en el vecino, de saludarse, de aprender a convivir y comprender que en comunidad y comunicación fluida la sensación de bienestar se fortalece. No obstante, aún se habla de la delincuencia como un ente externo a nuestra sociedad, por tanto, fuera de nuestro alcance de responsabilidad e influencia, que sólo debe ser confrontado y expulsado. He ahí la mala noticia: la delincuencia es producto de nuestra sociedad, es responsabilidad de un abandono de las problemáticas comunitarias por parte del Estado y, por supuesto, de un sistema educativo descontextualizado y que carece de herramientas para enfrentar las brechas e injusticias sociales”, concluyó Luis Herrera.