Si bien en Chile rige la Ley Universal de Donación de órganos, cada cierto tiempo somos testigos de arduas campañas iniciadas por familiares desesperados que llaman a la población –a través de las distintas redes sociales- a tomar conciencia de esta realidad con el fin de prologar la vida de sus seres queridos. No obstante, lejos de aumentar la cifra de donantes estos últimos años hemos visto como ha disminuido la tasa de donación, presenciando como mueren adultos y – aún más doloroso- niños, esperando un órgano que jamás llegó.

En un país donde sólo no son candidatos los que ante notario estipulan su rechazo a ser donantes, llama la atención que exista una tasa tan baja: siete donantes por un millón de personas. Cifra muy pobre si la comparamos con España o Uruguay que en promedio tiene 30 donantes por cada millón de habitantes.

foto donacion okConscientes de esta realidad la Dirección de Asuntos Estudiantes de la Universidad Autónoma de Chile en Talca organizó la charla denominada “Derribando mitos en torno a la donación de órganos”, cuyo fin fue informar a la comunidad universitaria sobre la importancia de ser donante.

“Lamentablemente nuestra ciudad es la que presenta mayor tasa respecto a la declaración voluntaria de no donar órganos y, por tanto, como ente formador de profesionales comprometidos con la con realidad social, sentimos que debíamos ser parte de este debate, derribando los mitos existentes en la comunidad universitaria” señaló Katherine Valenzuela, Directora de la DAE.

En efecto, según cifras del Registro Civil, un total de 3.907.385 personas se han inscrito como no donantes en los últimos cinco años en el país. De este total, 3.897.855 personas mostraron su negativa al momento de obtener una cédula de identidad o carnet de conducir, tal como lo indicaba la antigua normativa, vigente hasta antes de 2013. Desgraciadamente, la mayoría de las personas que han realizado el trámite viven en Talca.

Para la enfermera Coordinadora de la Unidad de Trasplante del Hospital Regional de Talca, América Cornejo, esta situación es nueva y sólo se ha dado a partir de hace un par de años, sin embargo, aclara que existe mucho desconocimiento y temor al momento de tomar la decisión de ser donante.

“Talca durante los años 2012 y 2013 estaba como la segunda comuna a nivel regional con mayor donación de órganos, no obstante, estos últimos años hemos visto decrecer esta tasa y aunque inciden variados factores, uno de los determinantes es la familia del difunto. Estos últimos son quienes –finalmente-  toman la decisión de respetar o no la voluntad de quien ha fallecido, sumado a que a veces se especula sobre la seguridad del sistema. Sin embargo, el proceso está regido por estrictos protocolos», aseguró Cornejo.

Precisamente, la Coordinación Nacional de Procuramiento y Trasplante de Órganos y Tejidos del Ministerio de Salud, es el departamento encargado de velar por el funcionamiento de los programas de donación y trasplante, en la red pública y privada de salud. Fue creado por la Ley N° 20.413, en enero de 2010, con la misión de implementar una política nacional en el marco de las normas, objetivos y principios establecidos en la normativa vigente.

A pesar de los esfuerzos realizados por las autoridades, derribar los mitos en torno a la donación pesa más a la hora de decidir qué hacer.

«Hay muchas personas que creen que si se es donante al momento de enfrentar una situación crítica de salud, no se harán todos los esfuerzos necesarios para salvar su vida, pero esto es totalmente falso. Cuando el paciente ingresa a una clínica u hospital no es potencial donante hasta que no se diagnostica la muerte cerebral de éste, recién en ese momento se activa la red de procuramiento de órganos, antes es imposible determinar o tomar alguna medida al respecto», explicó la coordinadora local de Procuramiento de la región del Maule, Konny Hijerra.

Añadió que «la población debe tener claro que frente a un paciente en riesgo vital siempre el equipo médico hará todo lo que este en sus manos por salvar la vida de ese paciente. Finalmente, la muerte cerebral es certificada, por ley, por dos médicos, de los cuales al menos uno debe ser neurólogo o neurocirujano”, concluyó.

 

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