La carrera de Trabajo Social de la Universidad Autónoma de Chile ha obtenido cinco años de acreditación, hasta enero de 2020, ubicándola en posiciones de avanzada entre las instituciones de educación superior del Consejo de Rectores de Universidades Chilenas (CRUCH).
Entre las fortalezas que han permitido al programa lograr este importante reconocimiento a la calidad, se cuentan un moderno plan de estudios, que recoge los desafíos del ejercicio profesional y un cuerpo académico altamente calificado.
El Decano de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades, magíster Rodrigo Ubilla, resaltó el valor de “una universidad que entiende la importancia de entregar educación de calidad en áreas sensibles de la sociedad chilena como son las ciencias sociales”, lo que explica su permanente interés en favorecer la autoevaluación y los procesos de mejora continua.
Por otro lado, destacó el rol del equipo de gestión de Trabajo Social en Temuco, Talca y Santiago, “cuyo profesionalismo, compromiso y dedicación han sido fundamentales” en este exitoso proceso de acreditación que es, a su juicio, el reconocimiento a un trabajo “sistemático, profesional y de fuerte compromiso con los alumnos”.
En ese mismo sentido, subrayó que los estudiantes de Trabajo Social en esta casa de estudios “pueden decir con orgullo que participan de un proyecto educativo que cuenta con un reconocimiento independiente que nos califica como uno de los mejores programas de pregrado a nivel nacional”.
El Decano precisó que la acreditación en los últimos dos meses de la mitad de las carreras que imparte, refleja la consolidación de esta unidad académica.
“El país demanda hoy universidades comprometidas con la realidad del país –sostuvo-, y la carrera de Trabajo Social continuará por esa senda marcada por un fuerte compromiso con las comunas y regiones en que se inserta”.
En ese ámbito el director de Trabajo Social en Santiago, magíster Rodrigo Inatzu, resaltó que uno de los programas más relevantes que ejecuta la carrera es el de Violencia Intrafamiliar, en coordinación con los Tribunales de Justicia.
“Se trata para nosotros de un potente espacio de práctica para nuestros estudiantes y, al mismo tiempo, de una iniciativa a través de la cual podemos vincularnos con el entorno aportando a mejorar la calidad de vida de personas, familias y grupos”.
A través de este programa, se presta atención a víctimas y victimarios de violencia intrafamiliar, además de un permanente trabajo en establecimientos educacionales, lo que a su parecer “significa un eje de formación muy importante para nuestros futuros profesionales”.