“Fue emocionante de principio a fin; una experiencia de vida”. Así describió el profesor José Aicón (64 años) el ascenso a la cima del cerro El Plomo junto a los deportistas del taller de Trekking de la Universidad Autónoma de Chile en Santiago.

Académico de la Facultad de Administración y Negocios y experto en Tributación, tiene entre sus pasatiempos el montañismo, pero nunca pensó que el macizo de más de cinco mil 400 metros de altura estuviera entre sus desafíos.

Sin esconder su emoción, recuerda las semanas previas al inicio de la expedición, marcadas por un intenso entrenamiento. “Al principio era inalcanzable para mí, por mis condiciones de salud, mi edad y mis compromisos laborales. Esta aventura me puso a prueba física y sobre todo psicológicamente”.

La primera noche en el campamento base, en el sector Piedra Numerada -a tres mil 200 metros de altura-, sirvió para que los funcionarios y estudiantes que integran el taller pudieran acostumbrarse a la falta de oxígeno.

“Estaba muy cansado, pero a la vez ansioso que llegara el día siguiente y continuar”, dice.

El día siguiente comenzó a las 10:00 de la mañana. Después de levantar el campamento y entregar los equipos a los arrieros, iniciaron la caminata hasta llegar a los cuatro mil 200 metros. El tercer día se inició a las 4 de la madrugada.

DAE - El Plomo 2De los 17 estudiantes y funcionarios que partieron –más los cuatro guías-, seis ya habían quedado atrás debido al temido mal agudo de montaña. A medio día y con una temperatura de entre 0° y -2, ya estaban a apenas 150 metros.

“Cuando finalmente pude ver la cima a la distancia estaba muy cansado –relata Aicón-, y a medida que seguía escalando recordaba a mi familia, a mis compañeros de cordada, a todo el grupo humano que me acompañaba”.

“Pensé que en algún momento mi estado físico no me acompañaría, pero lo que me impulsó fue el convencimiento de que sí podía hacer cumbre. A cada paso que daba, me decía a mí mismo ‘el que persevera, alcanza’, y eso me empujó a continuar”.

El último paso fue, por lejos, el más emocionante. “Yo era el último de la cordada. Uno de los integrantes de la expedición, quizá el más aventajado por su experiencia y estado físico, me pidió llegar juntos a la cima. Fue un gesto que no olvidaré nunca”.

A las 13:30 horas ya estaban en lo más alto del cerro El Plomo.

“Lo más relevante es el regreso, porque uno parte sin saber si volverá o no a pesar de toda la preparación que uno haga. Fue todo emocionante; por el proyecto, el trabajo realizado, el compromiso y la valentía del equipo”.

Liderado por el profesor Eduardo Sáez, el taller de trekking “Rumel” fue uno de los pocos grupos que ha logrado llegar a la cumbre con tantos integrantes en forma simultánea.

“Desde el punto de vista deportivo constituye una gran hazaña. Esto habla muy bien del tipo de alumnos y colaboradores que tiene la Universidad. Son perseverantes y tienen mucha garra; son capaces de lograr metas casi imposibles”.

Para este 2016 los planes son variados. Pero reconoce también que tras este logro, en un deporte como el montañismo, las expectativas podrían parecer más bien difusas. “Cuando se sube un cerro uno se pregunta cuál será mi próxima meta; qué nos queda por ascender que sea todavía más desafiante”.

Pero montañas hay. Sobre todo en Chile. Por eso las miradas están puestas en un trabajo colaborativo con los deportistas de la Universidad Autónoma de Chile en Talca y Temuco, que también tienen experiencia en esta disciplina.

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