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El artículo “Scientific evidence and public policy: a systematic review of barriers and enablers for evidence-informed decision-making”, publicado en Frontiers in Communication por el vicerrector de Investigación y Doctorados, Dr. Iván Suazo, y los académicos Mahia Saracostti y Alain Chaple-Gil, abordan una de las tensiones más críticas en las democracias contemporáneas: la persistente distancia entre la producción científica y su aplicación efectiva en las políticas públicas.
Mediante una revisión sistemática de 119 estudios internacionales, el equipo analizó cómo la evidencia científica se moviliza, traduce e institucionaliza en los procesos de formulación de políticas, tanto en contextos nacionales como internacionales.
El estudio identificó seis dimensiones críticas que obstaculizan la integración efectiva de la evidencia científica en la formulación de políticas públicas. “El aspecto más preocupante es la limitada capacidad institucional para procesar y utilizar evidencia, lo que incluye la ausencia de estructuras permanentes de asesoría científica y de mecanismos formales de intermediación (knowledge brokerage) entre investigadores y responsables políticos”, explica el Dr. Alain Chaple-Gil, investigador de la Universidad Autónoma y editor de Revistas Universidad Autónoma.
Otros obstáculos detectados incluyen brechas en la comunicación y traducción del conocimiento, que dificultan la comprensión mutua entre comunidades científicas y decisores, especialmente cuando la evidencia es compleja o presenta incertidumbre y restricciones políticas y culturales, como dinámicas de poder, agendas partidistas y resistencia a incorporar formas de evidencia no tradicionales o provenientes de la sociedad civil.
Por otro lado se evidencian “carencias en el acceso a información de calidad y en tiempo oportuno, en parte por la fragmentación de fuentes y la falta de interoperabilidad de datos y una débil cultura de uso sistemático de la evidencia, lo que se traduce en decisiones basadas en precedentes o en intereses inmediatos más que en información rigurosa”, añade Chaple-Gil.
En cuanto a los caminos para avanzar pese a estas barreras, el Dr. Iván Suazo -quien además es director de la Cátedra UNESCO Educación Científica para la Ciudadanía– señala: “La ciencia por sí sola no transforma políticas: necesitamos institucionalizar espacios estables de diálogo entre conocimiento y poder. Nuestro estudio revela que las brechas no son solo técnicas, sino profundamente políticas. Persisten desigualdades en quién produce, valida y aplica la evidencia: mientras el Norte Global lidera las experiencias documentadas, regiones como América Latina, Asia y África siguen subrepresentadas en la gobernanza basada en evidencia”.