Bullying, es la palabra inglesa para definir un comportamiento agresivo (que puede ser físico, verbal o psicológico) que un estudiante, de forma intencionada y reiterada lleva a cabo contra otro más débil, que por lo general no se defiende y se convierte en víctima habitual de la agresión.
Este fenómeno social ha existido siempre, pero el último tiempo y gracias a las nuevas tecnologías, hemos sido testigos de casos dramáticos y muy violentos de acoso escolar.
Recientemente se han conocido nuevos y graves casos de bullying, como el del niño de 7 años que debió ser internado tras recibir graves agresiones por parte de sus propios compañeros, o el del joven de 18 años agredido por otro estudiante de su colegio con un arma blanca tras defender a su hermana de 13 años víctima de hostigamiento y matonaje escolar.
Aunque las autoridades de los establecimientos afectados declaren que estos son casos aislados, la psicóloga educacional y docente de la Universidad Autónoma de Chile, Miriam León, plantea es necesario que las comunidades escolares desarrollen intervenciones integrales multidisciplinarias, involucrando a toda la comunidad escolar, incluyendo a las víctimas, agresores, testigos, profesores, administración escolar, familias en general y familias de víctimas y agresores.
“En el caso de las víctimas hay que realizar un entrenamiento de sus habilidades sociales y fomentar su autoestima. Con los agresores se debe trabajar en la resolución de conflictos, en la tolerancia de la diversidad, en el manejo de la rabia y el stress. Mientras que con los testigos (que serían los mismos compañeros que no agreden directamente pero que observan pasivamente la situación), realizar intervenciones de toma de conciencia para no actuar por el miedo a la represalia e intervenir positivamente ante la agresión” explicó la académica.
Por otro lado, es fundamental que tanto profesores como la administración escolar cuenten con una política integral anti acoso escolar. Donde a los profesores se les forme en el manejo de conflictos en el aula.
Por otro lado, las familias de las víctimas y agresores, se debe concientizar respecto al fenómeno, promoviendo siempre que se estime pertinente una evaluación de la víctima y agresor respecto a trastornos de ansiedad, depresivos o de conducta.
Para identificar si un niño está siendo víctima de Bullying, Miriam León, plantea que el rol de los padres es fundamental “ellos deben intentar mantener una comunicación fluida con sus hijos y además observar detalles tales como si el niño o joven regresa del colegio con ropa, libros pertenencias dañadas o sin ellas, si presenta heridas o cortes inexplicables; si tiene pocos o ningún amigo; si no quiere ir al colegio; o si evita a cierta gente, situaciones o lugares. Se debe poner atención al interés que el niño o joven manifiesta por el trabajo escolar; si presenta cefaleas, dolores abdominales o síntomas vagos o bien si visita frecuentemente la enfermería del colegio con el objetivo de regresar a casa; además de otros factores como trastornos del sueño; tristeza, depresión; que este silencioso, sensible y/o pasivo.
Recomendaciones para prevenir y tratar la situaciones de Bullying
En cuanto a cómo tratar y prevenir este fenómeno social, la académica de la Autónoma sugiere a los testigos una serie de acciones, como no reírse junto con el agresor en el acto intimidatorio; cambiar de escena al agresor o a la víctima, llamándolos por su nombre para sacarlos del lugar con alguna escusa como “El profesor X necesita hablar contigo inmediatamente”, comunicar a un adulto lo que ocurre, quitarle la audiencia al agresor, o diretamente enfrentar al agresor de manera firme, involucrando al resto, usando frases como “No queremos esto, ¡córtala!”.
Otra estrategia para mitigar estas situaciones es brindar amistad pública a la víctima; hacerle presente posteriormente que no se está de acuerdo con lo que sucede; convencer a la víctima que converse la situación con un adulto; invitar a la víctima a entretenciones grupales; no participar en rumores ni decir afirmaciones que menoscaben la dignidad de las personas; enrolarse en actividades anti acoso escolar u otras de servicio a los demás, ser tutor de niños menores; ser modelo positivo e integrador, incorporando la diversidad; no usar la violencia física con el agresor.
“La idea es generar un clima escolar de cooperación, haciendo conscientes a alumnos y profesores de la importancia y los efectos negativos del bullying aplicando diversas técnicas para la resolución de problemas, dinámicas de grupo y relajación, dirigidas a agresores y a víctimas” concluyó la académica.