P-en-Castellano_DSC5922_en_bajaSegún los nuevos resultados entregados por la Agencia de Calidad de la Educación respecto al Simce 2014, correspondiente a los octavos y segundos medios, la mayor baja se registró en la prueba de Lenguaje.

Para el Secretario Ejecutivo de esta agencia, Carlos Henríquez, esta es una situación atípica, pero que no marca una tendencia. Efectivamente, estos  resultados no son indicadores de un retroceso en la educación en esta materia, sin embrago, son el reflejo de una situación más profunda y preocupante que afecta a  nuestra sociedad y que dice relación con la falta de lectura voluntaria por parte de los chilenos.

De acuerdo a una investigación realizada por Cerlalc-Unesco (2013) para medir los hábitos de lectura en seis países de Latinoamérica, muestra que tras los argentinos (70%), los chilenos son los que más libros leen en la región: un 51% dice hacerlo y un promedio de 5,4 libros al año. Y aunque las cifras son positivas hay un gran pero: a diferencia de los argentinos, no leemos por gusto, sino por obligación, principalmente, por razones académicas y laborales.

En este sentido, el Director (i) de la carrera de Pedagogía en la Lengua Castellana y Comunicación, Luis Herrera, concuerda con la falta de hábito lector en la población nacional “existe una desvalorización generalizada de la lectura que va más allá de la escuela y es tan compleja, que no podríamos atribuirlo directamente a la TV o a las nuevas tecnologías o al mercado editorial (siendo responsables también). Por ejemplo, de qué manera los libros toman un rol importante dentro del ocio familiar o de qué manera los padres desde que los niños son pequeños, acompañan con lecturas de cuentos que, naturalmente, producirán lectores habituales. En el mismo foco, preguntarnos entonces ¿en qué momento lo hace un grupo familiar cuyo ingreso económico, como en la mayoría de los chilenos, no supera los 400.000 pesos?”, plantea.

En efecto, uno de los obstáculos nombrados en forma recurrente al momento de descartar la lectura como una actividad recreativa, es que en Chile los libros son gravados con un IVA de 19%, uno de los más elevados del mundo, siendo un factor determinante al momento de adquirir estos productos.

Sin embargo, el dilema se encuentra en incrementar el gusto por la lectura y es aquí donde nacen unas series de interrogantes como: ¿qué se hace con las lecturas en los colegios? ¿El listado de lecturas obligatorias necesariamente crearán mejores lectores? ¿Se realiza una motivación por la lectura? ¿Cómo se trabaja el libro en la clase?

Para Herrera este ámbito se transforma en un círculo vicioso “muchas veces como profesores estamos preocupados por “cumplir” con una planificación rígida y la transmisión de contenidos, sin  detenernos en aspectos tan importantes como la motivación o incentivar el verdadero placer por la lectura, declarado en los programas de estudio como el foco principal. Entonces, el docente se encuentra con la disyuntiva de potenciar los intereses de los niños teniendo como grata consecuencia la creación del hábito y el amor por la lectura o ceder frente a la presión del SIMCE  y los rankings debiendo, por tanto, poner sus esfuerzos y talentos a corto plazo para mejorar los resultados anteriores”.

El académico destacó que los resultados del SIMCE son el fin lógico de un sistema educativo que aún no ha resuelto ni discutido con todos los actores los verdaderos sentidos que se ponen dentro de las aulas escolares, por lo que sería interesante – en el marco de discusión de esta reforma- analizar cómo hacer realmente coherente el curriculum nacional y lograr aumentar los porcentajes de lectura voluntaria en la sociedad chilena.

Pese a este panorama desalentador, Luis Herrera destaca los esfuerzos realizadDSC_1517

os por su carrera con el fin de revertir esta situación, aludiendo a formación de profesionales responsables y comprometidos, que respeten naturalmente las preocupaciones y prácticas educativas en pos de un desarrollo integral.

Explica que «en Pedagogía en Lengua Castellana y Comunicación estamos en una profunda reflexión –con logros y errores que nos hacen aprender- sobre cómo conciliar una fidelidad con el curriculum nacional, enfrentar los mecanismos de evaluación sistémicos y cómo avanzar hacia una educación escolar menos academicista y más empoderada en el desarrollo del autoconocimiento y las habilidades sociales, en sintonía con el desarrollo humano».

Postula que para desarrollar la carrera «buscamos que los estudiantes de la escuela puedan explorar sus talentos, potenciarlos, de tal manera que luego decidan sus propios proyectos de vida. Y en esa línea, nuestro sello de fomentar la comprensión lectora es una estrategia clave”.

 

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