Día Nacional del Arquitecto – 4 de agosto

En la Universidad Autónoma de Chile, cada estudiante inicia un viaje que va más allá de lo académico. Es una experiencia transformadora, no sólo desde lo profesional sino también personas conscientes, autónomas y comprometidas con su entorno. Así lo demuestra el testimonio de la arquitecta Constanza Abarzúa, quien hoy ejerce su profesión con un enfoque profundamente humano y social.

¿Qué valores o principios adquiridos en la Universidad sigues aplicando en tu vida profesional?

Uno de los principios que me toca aplicar siempre es tener la capacidad de decidir y adaptarme a diferentes realidades con autonomía. Otro es el interés en el bien común, el trabajo social y comunitario con personas. La arquitectura debe ser capaz de resolver temas comunes y no solo individuales.

Si pudieras volver a tu primer día en la carrera, ¿qué consejo te darías?

Me diría que disfrute mucho el proceso, que es incluso más importante que el propio resultado. También me aconsejaría que es muy relevante realizar actividades de distracción ajenas a la disciplina profesional para lograr un equilibrio durante los años de la carrera.

¿Hubo alguna experiencia en la UA que definió tu vocación o rumbo profesional?

Totalmente. Fueron varias instancias, principalmente charlas y conversaciones con mis propios docentes. Estas ayudaron a definir mi vocación como arquitecta y una línea en la profesión donde puedo adaptarme a diferentes ámbitos y escenarios, compartiendo con diversas personas. Creo que también es importante ser responsable con el medio en el que se está inserto y con las propias personas que habitan un lugar, comunidad o espacio.

¿En qué actividad universitaria participaste que hoy sientes que marcó la diferencia en tu carrera?

Tuve la oportunidad de participar en workshops de Arquitectura, principalmente en Temuco y en Medellín, Colombia, además de vivir la experiencia del Archiprix en Róterdam, Países Bajos, junto a mis compañeros. Otra de las actividades fundamentales fue participar en ayudantías y mentorías durante 5 años en Arquitectura, lo que hoy define mi actual vocación como arquitecta docente.

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