Una investigación recientemente publicada en Journal of Affective Disorders reveló que más de un tercio (35%) de los estudiantes universitarios en Latinoamérica reporta conductas asociadas a trastornos de la conducta alimentaria (TCA). El estudio fue desarrollado por investigadores de distintos países y es liderado por el académico e investigador asociado de la Universidad Autónoma de Chile, Dr. Héctor Gutiérrez.
El estudio, titulado Proportion of disordered eating among Latin American university students: A multicountry cross-sectional study, analizó datos de 3.206 estudiantes de instituciones de educación superior de Ecuador, Chile (357 estudiantes, 11%), Brasil, Colombia y Paraguay. Para evaluar la presencia de conductas asociadas a trastornos alimentarios, se aplicó el cuestionario SCOFF, un instrumento que en base a cinco preguntas permite detectar comportamientos como la restricción dietética, los atracones y las estrategias compensatorias, entre ellas el uso de laxantes o el ejercicio excesivo. El resultado indicó que el 35% de los encuestados (1.115 estudiantes) mostraron algún comportamiento asociado a estos trastornos.
Esto puede explicarse, en parte, porque “en la literatura científica, existe consenso en que la adolescencia tardía y la adultez temprana —periodo que coincide con el ingreso a la universidad— es un momento crítico para la adopción de hábitos de vida poco saludables. Durante esta etapa, es común que la mayoría de los estudiantes universitarios experimenten cambios en el peso corporal, la composición corporal, la conducta alimentaria y los niveles de actividad física. Además, la evidencia sugiere que tanto las características únicas de esta etapa de la vida como las exigencias de la vida universitaria aumentan la probabilidad de que surjan dificultades emocionales”, explicó el académico.
“Además, estudios de nuestro grupo de investigación desarrollados en Chile, Colombia y Ecuador, han mostrado que estos trastornos están asociados con otros riesgos conductuales, como el abuso del alcohol y la ciberadicción, así como con factores relacionados con la salud, como el estrés y la depresión”.
Respecto a las estrategias de prevención y tratamiento, el estudio evidencia diferencias clave según género y edad. En esta línea, el académico señala que “estas estrategias deben estar focalizadas en grupos que presentan mayores factores de riesgo. Por ejemplo, en este problema estudiado, las estrategias debieran focalizarse en mujeres con obesidad o sobrepeso que presentan mala percepción de salud. Con respecto a la edad, la literatura sugiere que los trastornos de la conducta alimentaria suelen surgir durante la adolescencia o la adultez temprana, con edades modales de inicio que oscilan entre los 12 y los 21 años”.
De acuerdo al estudio, “interesantemente, la mayor proporción de trastornos de la conducta alimentaria (TCA) reportados por estudiantes universitarios se asoció con una mala salud autopercibida, sin embargo, varios estudios han mostrado que asistir a la universidad no necesariamente promueve un estilo de vida saludable”, añadió el investigador.
Lo anterior podría explicarse debido a que “los estudiantes universitarios a menudo no siguen patrones de alimentación saludables y tienden a presentar bajos niveles de actividad física, trastornos del sueño y altos niveles de consumo de alcohol y drogas. Sustancias como la nicotina, la cafeína (presente en el café y las bebidas energéticas), el alcohol, los estimulantes y los suplementos dietéticos se encuentran entre las más consumidas por los estudiantes universitarios”.
En el estudio participaron como autores Daniela Celi-Lalama (Universidad Internacional del Ecuador), Héctor Padilla-Sánchez (Universidad Internacional del Ecuador), Lucía Fernanda Flores-Santy (Pontificia Universidad Católica del Ecuador), Suhaila Mahmoud Smaili (Universidade Estadual de Londrina, Paraná), Felipe Araya-Quintanilla (Universidad San Sebastián, Chile), Alexis Arce-Alvarez (Universidad San Sebastián, Chile), Mario Ríos-Riquelme (Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, España) y José Francisco López-Gil (Universidad Espíritu Santo, Samborondón, Ecuador y Universidad de Los Lagos, Osorno, Chile).