Reducir el uso de productos químicos y avanzar hacia una vitivinicultura más sustentable fueron los principales resultados del proyecto “Evaluación del potencial comercial de vides de vino resistentes a oídio” (FONDEF IT2310007), liderado por el Dr. Patricio Arce, director del Instituto de Ciencias Aplicadas de la Universidad Autónoma de Chile, junto a Viña Concha y Toro, y cuya ceremonia de cierre se realizó el pasado 29 de septiembre.
Financiado por la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), la iniciativa desarrolló plantas de Vitis vinifera resistentes al hongo Erysiphe necator, agente causante del oídio, una de las enfermedades más comunes y de mayor impacto económico en la industria vitivinícola.
“Logramos generar, a partir de plantas resistentes, vinos de calidad comercial. Eso demuestra que la investigación universitaria puede traducirse en un resultado concreto para la industria y los consumidores”, afirmó el Dr. Arce.
Menos fungicidas, más sustentabilidad
El oídio afecta el rendimiento y la calidad de la uva, obligando a aplicar hasta 18 tratamientos químicos por temporada. Según cifras de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias, ODEPA (2014), su control representa más de 18 mil toneladas de productos químicos y un costo cercano a 52 millones de dólares anuales.
La iniciativa incorporó genes de resistencia natural en variedades tradicionales mediante mejoramiento genético controlado, sin transgénesis. “Con estas nuevas vides podemos reducir las aplicaciones a una o dos por cosecha, con un ahorro del 90% en fungicidas y una producción más limpia”, explicó el investigador.
De la investigación al vino
El proyecto evaluó selecciones avanzadas de Cabernet Sauvignon, Carménère, Merlot, Chardonnay y Sauvignon Blanc, cruzadas con líneas resistentes (P09-105 y P09-106). Las plantas produjeron hasta cinco kilos de uva por vid y mostraron un perfil enológico característico de vinos jóvenes, según análisis cromatográficos (HPLC-DAD). “Nuestros vinos cumplen con los estándares enológicos y comerciales, abriendo la posibilidad de elaborar vinos casi orgánicos, libres de fungicidas y de alta calidad”, añadió el Dr. Arce.
El equipo de trabajo estuvo integrado por las doctoras Ana Gutiérrez y Mariona Gil, la bióloga Carolina Vallejos y el PhD(c) Phillip Ormeño, junto a los colaboradores Felipe Gainza, Álvaro Sequeida y Viviana Sosa, de Viña Concha y Toro.
Dr. Patricio Arce
Escalamiento y colaboración con la industria
La alianza con Viña Concha y Toro, una de las tres mayores productoras del mundo, permitirá multiplicar y evaluar las nuevas variedades en Chile, Argentina y Estados Unidos, bajo un acuerdo de licenciamiento con la Universidad Autónoma. “El cambio climático nos exige fortalecer las plantas para lograr su adaptación sin alterar la calidad del vino. La biotecnología y la colaboración con universidades son clave para lograrlo”, señaló la Dra. Viviana Sosa, coordinadora técnica de proyectos de la viña.
El vicerrector de Investigación y Doctorados, Dr. Iván Suazo, destacó que “cuando se hace ciencia de primer nivel, es posible vincularnos con empresas de primer nivel. Aquí se enfrentó un problema global con una solución basada en conocimiento avanzado, generando competitividad, sostenibilidad e impacto en la calidad de vida de las personas”.
Finalmente, la sommelier Patricia Contreras, quien evaluó los vinos obtenidos, subrayó su potencial enológico: “Son vinos con gran equilibrio y estructura. Aunque no pasaron por barrica, tienen un potencial de guarda importante. Con procesos adecuados podrían alcanzar nivel Gran Reserva”, señaló.