El consumo abusivo de alcohol, especialmente bajo la modalidad de binge drinking o “por atracón”, se ha convertido en un problema creciente de salud pública. Este patrón, que consiste en ingerir grandes cantidades de alcohol en poco tiempo, afecta al 40% de la población mundial y está asociado a enfermedades neurológicas, cardiovasculares y renales.

En Chile, cada persona bebe entre 9 y 10 litros de alcohol puro al año, lo que ubica al país como el de mayor consumo per cápita en Latinoamérica. De esa cantidad, uno de cada tres chilenos presenta conductas de atracón, un hábito que inicia cerca de los 13 años y se mantiene hasta la adultez.

“Exploramos cómo el abuso del alcohol puede alterar la comunicación entre las células del riñón y afectar su capacidad para limpiar la sangre”, explica el doctor Gonzalo Gómez Órdenes, profesor asistente e investigador del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad Autónoma.

Células y proteínas

El estudio, financiado por un Fondecyt Regular de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) por 230 millones de pesos hasta 2029, busca comprender cómo el etanol, principal componente del alcohol, afecta la función renal y, en particular, la comunicación entre las células mesangiales del glomérulo, la estructura responsable de filtrar la sangre y generar la orina.

“El glomérulo está formado por tres tipos de células: podocitos, epiteliales y mesangiales. Nos enfocamos en las mesangiales porque regulan la filtración y participan en la defensa frente a infecciones”, detalla el bioquímico de 40 años.

La investigación se centra en dos proteínas clave, Connexina 43 y Pannexina 1, canales que permiten el intercambio de señales entre células renales. “Cuando el alcohol afecta estos canales, la célula pierde la capacidad de coordinar su respuesta, lo que puede desencadenar inflamación y daño crónico”, añade el doctor en Ciencias Fisiológicas.

El proyecto aborda el efecto del alcohol por atracón en tres niveles: celular, para observar cómo el etanol altera la comunicación y genera inflamación; ex vivo, analizando glomérulos aislados; y fisiológica, con un modelo animal que recrea el consumo juvenil para evaluar su impacto en la función renal.

Resultados preliminares

Durante 2024, el equipo logró aislar glomérulos y obtener cultivos primarios de células mesangiales, además de desarrollar un modelo experimental de consumo episódico de alcohol. “Comprobamos que el modelo produce un daño renal importante: la función de filtración disminuye cerca de un 60% tras un episodio de atracón”, afirma el oriundo de Independencia.

En la siguiente etapa (2025–2026), el grupo se enfocará en cómo el etanol modifica la dinámica del calcio intracelular, un mensajero esencial en la comunicación y coordinación de las células.

Un enfoque interdisciplinario

El proyecto reúne a los doctores Juan Andrés Orellana (Pontificia Universidad Católica de Chile), Mauricio Retamal (Universidad del Desarrollo) y Fernando Ortiz, especialista en electrofisiología. También participan Nicole Lacayo, David Moraga y Catalina Ramírez, estudiantes de Medicina de la Universidad Autónoma.

El Dr. Gómez integra la U. Autónoma desde 2018, donde imparte Fisiología y Fisiopatología. En 2022 obtuvo un Fondecyt de Iniciación, antecedente que consolidó su línea de investigación sobre daño renal inducido por agentes externos.

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