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El dato, que refleja la normalización de prácticas de vigilancia en las relaciones, forma parte de la investigación Prevención de la violencia en las relaciones de pareja adolescente: Nuevas tecnologías de la comunicación y creencias distorsionadas sobre el amor y la violencia (Fondecyt Regular 1210959), liderada por la Dra. Laura Lara, investigadora de la Universidad Autónoma de Chile.
El proyecto, en el que participaron 825 adolescentes de entre 13 y 19 años, evaluó el impacto de un programa de prevención implementado en centros de educación media de la Región del Maule, donde participaron 4 colegios de enseñanza media, abarcando desde 1º medio a 4º medio. De ellos, 417 jóvenes recibieron el programa (grupo intervención) y 408 formaron parte del grupo control. La comparación de resultados permitió medir cambios en áreas como mitos del amor, aceptación de la violencia, ciberabuso y violencia tradicional.
“Desarrollamos un programa de prevención basado en actividades colectivas que invitan a la reflexión y el diálogo. El impacto fue claro: jóvenes que antes normalizaban ciertas conductas de control o abuso comenzaron a identificarlas como señales de riesgo”, señaló la Dra. Lara, doctora en Psicología y quien además es profesora titular en la Universidad de Sevilla.
Cambios sostenidos
Antes de la mediación, 1 de cada 4 adolescentes del grupo de intervención aceptaba la idea de “informar todo lo que hace durante el día” a su pareja. Después del programa, el porcentaje bajó al 10% y se mantuvo cercano al 9 % en la evaluación de seguimiento, realizada seis meses después. “En cambio, en el grupo que no participó, la cifra bajó un poco al inicio, pero después volvió a subir, lo que confirma que sin intervención, estas conductas tienden a mantenerse en el tiempo”, dice la académica.
La investigadora advierte que las redes sociales han potenciado este tipo de vigilancia: “Facilitan prácticas como revisar el teléfono, exigir contraseñas o controlar publicaciones. Muchos chicos y chicas interpretan estas conductas como gestos de amor, pero en realidad son señales tempranas de violencia”, agregó Lara.
El estudio también midió el ciberabuso, definido como la violencia ejercida a través de dispositivos móviles y redes sociales como WhatsApp, Instagram o Facebook. En el grupo de intervención, el 72,1% reportó haber sido víctima de al menos una conducta de control online antes del programa, cifra que bajó a 49,3% tras la intervención.
Para la Dra. Lara, estos resultados son concluyentes: “Con un diseño que incluyó mediciones antes y después, seguimiento y grupo control, hemos demostrado que es posible prevenir la violencia de pareja adolescente”.
En el marco de esta investigación, además, el equipo desarrolló diversas herramientas educativas: “Con el proyecto actual hemos dado un paso más, desarrollando una guía para familias y un libro con el programa completo de prevención, ya validado y ajustado tras su implementación, que están a punto de publicarse. Estos nuevos materiales ofrecerán orientación clara y basada en evidencia para que familias y profesionales puedan trabajar la prevención de manera autónoma”, añadió Lara.
Más información del proyecto y sus resultados en www.violenciapareja.com