Tuvo nota 7.0 en su examen de grado y en su práctica profesional en la Fiscalía; trabajó ahí por cinco años y fue fiscal subrogante. Obtuvo el premio al mejor egresado de su generación en un diplomado en la Universidad Católica, hizo clases en otra universidad y cursó un magíster en la Universidad de Sevilla, España.

Felipe Solís Cruz es abogado penalista y socio en el estudio jurídico Lathrop, Blanco, Goldbaum, que ha tenido varios casos muy complejos y de gran connotación nacional. “Llegar acá, por cierto, no fue fácil sino fruto de un largo camino”, dice con algo de nostalgia.

“Mi paso por la Universidad Autónoma fue una etapa muy significativa, marcada por la exigencia académica, el compañerismo y la vocación de crecimiento constante. No sólo se trató de adquirir conocimientos técnicos, sino también de forjar un modo de pensar, de actuar y de relacionarse con el entorno desde visión integral”, claves en el entorno profesional actual.

Desde que egresó el 2012, su desarrollo profesional ha sido un viaje exigente pero profundamente enriquecedor. “He podido crecer, asumir responsabilidades mayores y consolidar un ejercicio jurídico comprometido con la excelencia. En lo personal, el tránsito de estudiante a profesional ha implicado asumir nuevos roles, tomar decisiones trascendentes y mantener siempre un espacio para la introspección”.

Pedro asegura que “titularse es cerrar un ciclo, pero también abrir muchos otros, “y hacerlo con los valores que me inculcó la universidad ha sido fundamental para mantenerme fiel a mí mismo”.

Su mensaje para los estudiantes actuales es claro y esperanzador: “confíen en la formación que están recibiendo. Cuestionen, participen, atrévanse. La universidad les entregará una base sólida, pero ustedes tienen que empujar sus propios límites. No hay techo cuando se trabaja con ética, esfuerzo y visión. Hoy miro hacia atrás y me llena de orgullo haber sido parte de esta alma mater”.

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