
Con entusiasmo y curiosidad, Norma Báez, estudiante de segundo año de Pedagogía en Inglés de la Universidad Autónoma de Chile, Sede Talca, decidió postular a un llamado que le pareció tan desafiante como fascinante: participar como voluntaria en el Mundial Sub-20 de la FIFA. Lo que comenzó como una oportunidad para practicar inglés terminó siendo una experiencia transformadora que puso a prueba sus capacidades, carácter y vocación de servicio.
“Nos avisaron en la Universidad que podíamos postular al voluntariado, especialmente a los estudiantes de Pedagogía en Inglés, porque era una instancia ideal para comunicarse con hablantes nativos y fortalecer nuestras habilidades lingüísticas”, recuerda Norma. “Postulamos muchos, pero de toda la carrera, solo yo quedé seleccionada”.
El proceso no fue inmediato: tomó cerca de un mes y, una vez aceptada, comenzó su capacitación para desempeñar el rol asignado. Inició como parte del team engagement, un grupo encargado de acompañar y asistir a los demás voluntarios. Sin embargo, su compromiso y capacidad de adaptación la llevaron rápidamente a asumir nuevas responsabilidades.
“Me trasladaron al área broadcast, donde llegaban los periodistas de distintos países. Tuve que aprender todo de nuevo: orientarlos, coordinar sus ubicaciones, asegurar que todo fluyera bien. Fue un cambio grande, pero me adapté rápido. Incluso llegué a tener acceso total a zonas como la cancha, los camarines y la zona VIP. Solo tres voluntarios logramos eso”, comenta con orgullo.
En esa dinámica exigente y multicultural, Norma descubrió habilidades que no sabía que tenía. “Siempre pensé que mi fortaleza era más matemática que social. Pero ahí me di cuenta de que sí podía desenvolverme, manejar el estrés y comunicarme con seguridad. Me ayudó a tener más carácter y confianza”, dice.
Más allá del aprendizaje técnico o lingüístico, lo que más la marcó fue el ambiente humano que encontró detrás de un evento deportivo de escala mundial. “Pensé que sería algo muy frío, estructurado, pero fue todo lo contrario. Había una gran empatía y respeto. Todos trabajaban con humildad y colaboración, desde los voluntarios hasta los encargados internacionales. Fue algo maravilloso, que no voy a olvidar”.
Norma compartió labores con voluntarios de distintas edades y profesiones: médicos, abogados y otros estudiantes, entre ellos un alumno de Pedagogía en Inglés de otra universidad de la región. De las cerca de mil postulaciones, solo un centenar llegó a participar, y su compromiso la llevó a formar parte del pequeño grupo que completó todas las etapas del evento.
“Todavía me pregunto por qué me eligieron, porque veía mucho potencial en mis compañeros”, confiesa. “Pero creo que fue una mezcla de actitud, responsabilidad y ganas de aprender. Me siento muy agradecida de haber representado a mi carrera y a la Universidad”.
Su paso por el Mundial Sub-20 reafirmó su decisión de ser profesora de Inglés y su convicción de que el idioma puede ser una herramienta para abrir puertas, conectar culturas y formar personas más empáticas.