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Durante una semana de invierno, el frío fue lo de menos. Lo que realmente se sintió fue el calor humano, el compromiso y la energía transformadora de las y los estudiantes de nuestra universidad que participaron en el Voluntariado de Invierno 2025 en la comuna de Molina.

Entre brochas, juegos y conversaciones sinceras, este grupo dio vida a espacios comunitarios, dejó huella en un colegio local y, sobre todo, construyó lazos que van más allá del aula.

«Ha sido una experiencia muy bonita. Acá nos podemos conectar con todos los estudiantes, estamos sin celulares, nos dedicamos a conversar, a conocernos más y a contribuir arreglando el colegio para que los niños se pongan contentos con lo bonito que estamos trabajando para ellos», cuenta Catalina Rojo, estudiante de cuarto año de Nutrición y Dietética, con una sonrisa que se nota incluso en sus palabras.

Y es que en Molina no solo se pintaron paredes: se cultivaron amistades, se vivieron primeras veces, se fortaleció el trabajo en equipo. El voluntariado no es solo una actividad extracurricular. Es una pausa del ritmo cotidiano para reconectar con lo que realmente importa.

«Estos voluntariados de invierno son muy llenadores para el alma. Uno considera que no son solo para conocer gente, sino para desarrollar comunidad», reflexiona Diego Sánchez, estudiante de cuarto año de Psicología. “Es gratificante, conmovedor y uno nunca deja de aprender en estos espacios”.

En terreno, las y los voluntarios trabajaron en mejoras al entorno escolar, compartieron con vecinas y vecinos, y participaron de actividades formativas. Pero si hay algo que todas y todos destacan, es el compañerismo: nadie se queda atrás, todos suman, todos aprenden.

¿Y si alguien aún no se atreve a participar?
Catalina lo tiene claro:

“Que se atrevan, que aunque al principio parezca difícil, es una experiencia muy linda. Se van a llevar muchas amistades”.

Diego, por su parte, no duda en motivar:

“Pierdan el miedo. Aquí todas las personas son muy amables y trabajadoras. No van a adquirir el mal, solo cosas buenas”.

Lo vivido en Molina es solo una parte de lo que significa ser parte de ExperienciaUA. Y aunque el calendario marque el fin de los voluntariados de invierno, lo que se aprendió, compartió y sintió… eso se queda para siempre.

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