Para nadie es un misterio en el mundo audiovisual que una historia sencilla, pero bien contada es la base irremplazable para obtener un producto de calidad, especialmente si se añade emotividad y, por cierto, mucho trabajo. Y aunque siempre serán de gran ayuda, un millonario presupuesto y la mejor tecnología disponible, no sustituyen lo primero.
Bear Story, el cortometraje animado ganador del Oscar, tomó tres años de producción. Mezcla cuatro técnicas de animación: computarizada, 2D, 3D y stop motion, gracias a un modesto presupuesto de USD 40.000, marcando sin duda un antes y un después para la producción nacional, cuyos orígenes en este género se remontan a mediados de los años ’90, pero en el ámbito de la publicidad.
“El titular de LUN, del lunes 29 de febrero pasado (“MaravillOSO”), me trajo a la memoria el primer comercial de animación stop-motion, hecho en Chile en 1995. Producido por Sergio Gómez, animado por Marcelo Varas, cámara de Sergio Armstrong y la dirección de un joven talentoso, Andrés Wood”, rememora el director de la carrera de Publicidad y Comunicación Integral en la Universidad Autónoma de Chile, máster Antonio Basauri Puelma.
Agrega que dicho comercial, que promocionaba una crema, “mostraba, en solo 48 segundos, la historia de un animal -como la de Bear Story- que provocó más de una lágrima, enojo, ternura o compasión de quienes lo vimos”, precisando que “esa vez el personaje era un animal doméstico, querido por muchas y muchos niños y niñas. Sin embargo, la sorpresa entra cuando el niño “juega”, dobla y aprieta desalmadamente al perro (de goma y articulado) y lo deja todo enredado, tras lo cual entra la campana salvadora de la madre y luego de desarmarse todo dolorido, debe escalar para ponerse el descontracturante en crema”.
En este contexto, Antonio Basauri sostiene que lo ocurrido con el premiado corto de Gabriel Osorio y Patricio Escala refleja el éxito de una vieja fórmula, pero con una enorme dedicación y esfuerzo para conseguirlo. “La fórmula sigue siendo efectiva, desde los griegos hasta el siglo XXI. Una historia, bien narrada, simple, con una metáfora o fábula, con mucha emoción y muy cercana. El perrito y el oso supieron hacer las cosas bien. Hoy animaciones con animales, una buena fábula y la emoción a tope se ganan el Oscar, el Cannes, el Clio, Venecia y podríamos seguir”, asegura.
Resalta que “tanto Bear Story como el descontracturante para aliviar dolores, requirieron mucha imaginación, creatividad, esfuerzo y trabajo entregado, dejando todo en hacer las cosas bien”.
Finalmente, el director de Publicidad y Comunicación Integral plantea que ambos cortos animados -aunque separados por más de 20 años- no hacen más que reafirmar una enseñanza clave para el desarrollo de nuestros proyectos, sean grandes o pequeños. “Aprendamos de Bear Story y el perrito contorsionista, que la palabra “éxito” requiere trabajo y que solo en el diccionario está antes de trabajo”.