La reciente conmemoración del Día Mundial del Embarazo No Planificado en Adolescentes -el pasado 26 de septiembre- insta a los actores relevantes en esta materia a discutir lo que aparece como un constante desafío para la salud pública.
Ello porque de acuerdo con la Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología Infantil y de la Adolescencia (SOGIA), el embarazo adolescente constituye una problemática multidimensional que tiene un impacto biopsicosocial. “Hay problemas de autoimagen corporal, en el derecho de identidad, definición de roles, lo cual en su forma agravada se vincula a tasas de mortalidad infantil más altas que en los demás grupos etarios, deserción escolar temprana y, en general, perpetuación del círculo de pobreza. El embarazo adolescente trae importantes implicancias en la salud de las madres y padres adolescentes, como también de los recién nacidos, lo cual afecta la salud pública y el desarrollo de la sociedad”, explica la docente de la carrera de Obstetricia y Puericultura de la Universidad Autónoma de Chile, Daniela Andrade, quien es Dra. en Salud Mental y Magíster en Salud Sexual y Reproductiva.

La académica indica que en Chile el embarazo adolescente ha ido disminuyendo. Según datos recogidos del Departamento de Estadística e Información de Salud (DEIS), en 2016 se registraron 649 nacidos inscritos de madres de 15 a 19 años, mientras que en 2010 esa cifra se situaba en 964 nacidos, tendencia que también ha seguido tanto la Región del Maule como específicamente la comuna de Talca.

Sin embargo, la también docente de Obstetricia y Puericultura de la Universidad Autónoma de Chile, Magíster en Gestión Integral de Salud, Bárbara López, agrega que como se trata de un fenómeno con características multidimensionales, el factor educación pasa a ser muy relevante, siendo, a juicio de la profesional, indispensable la incorporación de un matrón o matrona en los establecimientos educacionales, dada su especialidad en el área de salud sexual y reproductiva. “Actualmente, en la comuna de Talca, solo existen dos establecimientos (Liceo Abate Molina y Liceo Amelia Courbis) que cuentan con matrón o matrona como parte del equipo docente, incorporados a través de los fondos SEP (Subvención Escolar Preferencial). En el resto de los establecimientos acuden matronas y matrones de atención primaria de salud, quienes, comprometidos con la salud sexual de los adolescentes, realizan charlas educativas de las distintas temáticas que incorpora la salud sexual y reproductiva. Lo anterior refleja la falta de optimización de los recursos e implementación del programa de educación sexual en establecimientos educacionales municipales”, subraya López.

En ese contexto, ambas profesionales destacan el trabajo que ha venido realizando la carrera de la Universidad Autónoma de Chile en la formación, desde el año 2006, de estudiantes monitores en salud sexual y reproductiva quienes participan en establecimientos educacionales de la región, entregando información actualizada y consejerías en salud sexual y reproductiva a los adolescentes. Según las docentes, estas actividades, además de beneficiar a los adolescentes de la región, generan una instancia que promueve la responsabilidad social en los estudiantes universitarios en temáticas de salud sexual en adolescentes.

 

¿QUÉ HACER?

Asimismo, tanto Andrade como López plantean que la educación en sexualidad reconoce el rol primario y fundamental que juegan las madres, los padres y la familia como fuentes de apoyo, contención, cuidado e información durante la compleja tarea de construir un enfoque saludable sobre la sexualidad y las relaciones afectivas. “Por esto que es necesario involucrar a los padres en la formación educacional de estas temáticas porque la enseñanza en sexualidad y afectividad debe comenzar tempranamente entregando información acorde a la edad. No es algo que se inicie bruscamente cuando se piensa que los jóvenes están preparados para tener relaciones sexuales, sino que es parte del desarrollo integral de las personas”, precisa Andrade.

A ello, López agrega que la educación sexual y afectiva debe brindar oportunidades para que los y las estudiantes aprendan sobre valores y actitudes, desarrollen conductas protectoras para su salud y reflexionen sobre sus decisiones. “Todo proceso de educación y formación incluye, como uno de sus elementos esenciales, una postura sobre lo adecuado e inadecuado, lo correcto e incorrecto, lo que se considera bueno y lo que se considera malo. Para un joven, esto debe ir acompañado de información cierta y confiable, que le ayude a despejar temores e incertidumbres, respecto a situaciones y conductas riesgosas para su salud”, recomienda.

Por su parte, la directora de la carrera de Obstetricia y Puericultura, Mg. Lucila Cerda, señaló que durante la existencia de esta carrera en la U. Autónoma, aparte de formar profesionales competentes y socialmente responsables, siempre ha existido la preocupación de aportar a la comunidad ya sea en programas de monitores en VIH Sida, lactancia materna y en la prevención y cuidado del embarazo adolescente, entre otros temas.

 

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