En el marco de la conmemoración del Día del Nutricionista, que se celebra cada 6 de mayo en Chile, es que la académica de la Universidad Autónoma de Chile, Gloria Muñoz, realizó una profunda reflexión sobre el rol de la profesión y los desafíos que debe afrontar al cumplir 80 años de historia en nuestro país.

Su columna de opinión publicada en diferentes medios de comunicación regionales contiene un relato histórico a partir de 1939 año en que » producto de la situación bélica de Europa, arribaron a Chile varios profesionales destacados, entre ellos el doctor Esteban Kemeny, médico húngaro, quién fundó la escuela de Dietistas en el Hospital San Borja Arriarán en Santiago. En aquella época uno de los objetivos de la profesión, era la recuperación de los pacientes hospitalizados por medio de la dietoterapia, pero además, debido a los altos índices de pobreza, falta de educación y condiciones precarias de vida, existía una alta prevalencia de desnutrición, en especial en la población materno infantil, traduciéndose ésta en una alta tasa de mortalidad y baja esperanza de vida».

Este problema fue por décadas el gran desafío de la profesión e hizo sentir la necesidad de modificar la visión recuperativa que se tenía hasta entonces, por una mirada enfocada en la prevención, produciéndose a fines de la década del 60, un cambio de dietistas a nutricionistas. «Este cambio de paradigma contribuyó a la creación de políticas públicas centradas en la prevención de la desnutrición, como la promoción de la lactancia materna y la creación de instituciones destinadas al apoyo de la alimentación de los escolares, todas políticas que permitieron ya en los años 90, erradicar la desnutrición», agregó la nutricionista.

Pero el país cambió y los chilenos mejoraron sus condiciones de vida. Hoy el  acceso a automóviles y electrodomésticos es mayor y producto de la globalización, existe mayor acceso a alimentos principalmente foráneos, lo que sumado a los ritmos vertiginosos que caracterizan la vida actual el panorama no es nada auspicioso.

«Si sumamos todo esto, nuestra situación nutricional cambió y nos trasladamos rápidamente al otro extremo. De acuerdo a la cifras entregadas por la última Encuesta Nacional de Salud del año 2017, el 74,2% de los adultos chilenos presenta algún tipo de mal nutrición por exceso: sobrepeso, obesidad u obesidad mórbida.  Y solo el 5,3% se alimenta de forma saludable y menos del 20% realiza actividad física», detalló la profesional.

¿Y cómo solucionamos esto? ¿Pueden revertir esta situación los nutricionistas como gremio? La académica de la Autónoma plantea que «el gran desafío que tenemos como profesión hoy en día es precisamente hacer ver y concientizar a nuestro entorno, que los cambios no se logran solos, que no vienen de un solo sector. Debemos lograr en primer lugar, un compromiso por parte del Estado y las instituciones, para crear instancias de protección de la alimentación, que involucren desde la calidad,  la accesibilidad a alimentos saludables, el costo, la inocuidad y la pertinencia cultural, y una concientización en la sociedad civil, ya que la alimentación, siendo un pilar tan importante en la salud, no puede ser relegada al último eslabón de prioridades en la vida de las personas».

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