El ocio, el tiempo libre, el descanso de las ocupaciones habituales debieran ocupar un lugar fundamental en nuestra cultura frente a todo aquello que debemos hacer por obligación. Sin embargo, cuando cambiamos el modo vacaciones y se acerca el fin del período estival, usualmente nos ocurre que la falta de tiempo recreativo, ese que podemos usar a discreción, nos va pasando la cuenta a medida que avanza el año, especialmente cuando nos sumergimos en la inevitable rutina diaria.
Para al sociólogo Claudio Vásquez, Coordinador de la Unidad de Estudios del Centro de Estudios y Gestión Social del Maule, CEGES – Maule, de la Universidad Autónoma de Chile, “Marzo es probablemente uno de los meses que mayor tensión provoca en los chilenos. Connota un nuevo comienzo del año académico o laboral tras el descanso estival. Junto con ello, el retorno al ajetreo citadino, al acelerado ritmo de vida que usualmente llevamos, corriendo de un lugar a otro, esquivando la congestión vehicular, alimentándonos mal, durmiendo poco, trabajando largas horas, compartiendo poco con nuestras familias”.
Explica que para la mayor parte de la población “atrás quedan los días de pereza, de no hacer nada más que estar recostado a la sombra, de aquello que se denomina “ocio” y que tan mal visto es en nuestra cultura”, precisando que “en países más desarrollados que el nuestro, el ocio ocupa un lugar central en la vida de las personas, pues se entiende que es un componente central en la satisfacción con la vida que tenemos los individuos, ya que nos permite recobrar energías y desconectarnos de las actividades a las que más tiempo solemos dedicarle, como lo son el trabajo y los estudios”.
Vásquez añade que este “es un tiempo que nos permite estar solos o compartir con nuestras familias, disfrutando de aquella gratificadora compañía, de nuestro espacio íntimo de realización personal. No obstante, el tercer mes del año viene a romper -en la mayoría de los casos- esa dinámica paulatina y, dado que, parte de nuestra idiosincracia es dejar las cosas para última hora, pronto veremos el caos en las plantas de revisión técnica, a propósito de la renovación del permiso de circulación, o con la compra de uniformes y útiles escolares, aun cuando el comercio ha adelantado, incluso desde Enero, su stock de ropa y accesorios escolares”.
Este punto es de suma importancia para enfrentar lo que viene, debido a que se traduce en compras y, muchas veces, endeudamiento. “Lo anterior implica un sustantivo desembolso de dinero, justo después del gasto que conllevan las vacaciones, de manera tal que Marzo es un mes en el que se acostumbra acceder a créditos de consumo para enfrentar la contingencia económica en el hogar”, señala el académico.
En este sentido, sostiene que «es altamente recomendable, si vamos a asumir un compromiso económico, comparar entre diferentes instituciones financieras cual es la más conveniente, pues debemos fijarnos en el costo total del crédito y la cuota para evitar la dura resaca financiera cuando «se nos aparece Marzo».
Finalmente, Vásquez asegura que “el mes de Marzo es el verdadero “comienzo del año”, si asumimos que comienza el ajetreo propio de nuestras vidas aceleradas, aquella dinámica que nos cuesta volver a retomar después de las vacaciones, pero que es parte de nuestra forma de ser como sociedad, aquella que reniega del ocio y premia la cultura trabajólica o estudiólica”.
En nosotros está, por cierto, aunque parezca difícil o complicado, la posibilidad de hacer del inicio del año un momento para retomar las cosas con calma y organizar nuestras atareadas vidas, otorgando siempre un espacio al necesario descanso y esparcimiento.