Para el año 2030, Chile debiera reducir sus emisiones de dióxido de carbono por unidad de PIB en 30% respecto de las mediciones de 2007, considerando su crecimiento económico. Ese es parte del Acuerdo de París, que busca bajar la emisión de gases de efecto invernadero a nivel global.
El documento fue suscrito en abril pasado por 180 países, de los cuales cerca de 30 ya lo han ratificado.
En un contexto de cierta incertidumbre acerca de las reales posibilidades de no aumentar en más de 2 grados la temperatura del planeta, la Universidad Autónoma de Chile presentó los resultados preliminares del estudio FONDECYT que encabeza el Dr. José Manuel Cansino, experto en economía de la energía y del medio ambiente.
La investigación, “Hacia una economía competitiva baja en carbono: análisis sectorial para la economía chilena”, analiza cuáles son las áreas sobre las que se deben hacer mayores esfuerzos para crecer económicamente, sin aumentar la emisión de CO2.
“A la luz del comportamiento de las emisiones en el país hasta el 2010 y las medidas en curso después del Acuerdo de París, llegamos a la conclusión de que el objetivo marcado por Chile es razonable y que se está trabajando en los sectores económicos en que efectivamente debe poner sus esfuerzos”.
Para el Dr. Cansino, ello “no obliga a hacer una redefinición de las políticas ambientales o energéticas, sino perseverar en las que en este momento están en vigor”, explica.
A su juicio, el compromiso de reducir al año 2030 las emisiones de dióxido de carbono por valor del PIB hasta situarlas en 30% de lo que eran el 2007, es “razonable”.
El objetivo implica un proceso de desacoplamiento. Es decir, “transitar desde una economía fuertemente contaminante, hacia una que sea capaz de no generar esa contaminación ambiental, sin dejar de crecer y ser competitiva”.
Eso se logra con una batería de medidas que –añade- involucran desde el sistema productivo hasta los hábitos de consumo.
“Necesitamos técnicas energéticamente eficientes, para producir lo mismo generando menos combustión fósil. Además, ampliar la matriz energética introduciendo energías renovables no contaminantes y generalizar el etiquetado ecológico de los productos que consumimos”.
Descomposición LMDI
La investigación se basó en la descomposición de las emisiones de CO2 equivalente de la economía chilena para el periodo 1991-2010, a partir del método LMD, sin residuos.
Se utilizaron seis factores: efecto carbonización, efecto penetración de energías renovables, efecto intensidad energética, efecto estructura económica, efecto renta y efecto población.
La verificación de la robustez de los resultados utilizó un innovador método de contabilización que incluye la descomposición del error de la varianza y las funciones de impulso respuesta.
Los resultados muestran que el efecto intensidad energética es el principal compensador de las emisiones de CO2 y el único con una clara contribución al desacoplamiento entre esas emisiones y el crecimiento de la economía chilena.
Los resultados anteriores se han analizado a la luz de las políticas chilenas orientadas a la gestión energética y a la lucha contra el cambio climático.
El profesor José Manuel Cansino es investigador asociado de la Universidad Autónoma de Chile, profesor de la cátedra de Economía de la Energía y del Medio Ambiente de la Universidad de Sevilla e investigador de esa casa de estudios española.